Un texto que habla sobre la educación de nuestros hijos y que vale la pena leer, reflexionar y compartir. Si te gustó, no te olvides compartir en tus redes sociales.
Que triste cuando nos equivocamos con la educación de nuestros hijos
Me llamo Juan. Tengo 7 años. Amo mucho a mi madre Catalina y a mi padre Victor, y a decir la verdad, los amo y me asustan. Siempre me han golpeado, pero yo no entiendo de qué soy culpable…
Por la mañana me desperté y fui a la escuela. Era un buen estudiante, le caía bien a la maestra y a mí me gustaban todos los de mi clase… pero saben, yo no tengo amigos. En el recreo, me siento sólo y juego con mis lápices. Nadie quiere ser mi amigo. Siempre que he tratado de acercarme a alguien y hacer amigos, me terminan empujando y gritando:
– Vete de aquí, fenómeno.
¿Y saben por qué lo de fenómeno?
Tenía una gran cicatriz en la cara a causa de los golpes de mi padre, y siempre llevaba la misma ropa. Los mismos y viejos jeans azules, camiseta roja y zapatos viejos.
No me entristecía mucho, porque yo amaba a todos:
– ¡Eres horrible! Nadie te necesita, eres un vagabundo!
Después me pateaban, me golpeaban la espalda y se iban.
Yo lloraba… No porque tuviera frío, sino porque no tenía amigos, pero de todas formas amaba a todos.
– ¿Dónde estuviste? ¿Por qué vienes así? ¡Eres un idiota anormal! No tendrás derecho a comer, así que lárgate a tu cuarto!”
Yo en silencio me fui a mi habitación y me senté. Estoy acostumbrado a que me golpeen, a que no me abracen ni me digan palabras buenas. Y así me quedé dormido… vestido con mi ropa mojada y con hambre.
Después empecé a estudiar mal, no entendía nada… Mi mamá me golpeó más fuerte por esto. Una vez me golpeó tan fuerte en las manos, que mi dedo se quedó entumecido y no pude moverlo más… Y se ha quedado así hasta entonces.
Debido a esto, en la escuela se empezaron a burlar aún más de mí.
Pasaron los días, y un día me comenzó a doler el corazón. Mi mamá y mi papá no hicieron nada, como siempre. ¿Saben que quería esa noche? Que el corazón no me doliera.. pues no quería molestar a mi mamá y papá con eso… Yo los amaba mucho, de verdad que sí.
Al día siguiente en la escuela nos pidieron que hiciéramos un dibujo para la clase: “Mi sueño”.
Todos pintaron coches, cohetes, pero yo no.
Porque no quería eso. Yo quería que mis papás fueran buenos. Así que dibujé una familia. A una mamá, papá y su pequeño hijo con quien alegremente juegan algún juego de mesa. Lo dibujé en silencio, llorando… Es que de verdad es mi sueño…
Cuando llegó mi turno de mostrarle mi dibujo a la clase, todos se rieron de mí.
Fui al pizarrón y dije:
– Mi sueño es esta familia (mostré mi dibujo y todos comenzaron a reírse)
Un niño llamado Sergio dijo:
– ¿Este es tu sueño? jajaja.
Yo no pude decir nada más, así que sólo alcancé a decir, entre lágrimas:
– Por favor, no se rían de mi… Este es mi sueño… Me pegan y no me quieren… Les pido por favor que no se burlen… yo quiero que mi mamá, así como la de ustedes, me abrace y me bese. Cada día después de la escuela, veo como sus papás vienen por ustedes y se van con ellos felices a casa. Y nadie me necesita, eso lo sé yo (comencé a llorar aún más)… Tengo un dedo mal, y no soy bonito, soy cojo y feo. Pero yo no tengo la culpa, se lo juro a todos. Yo amo mucho a mis padres y no quiero molestarlos con nada… Por favor, al menos no se rían de mí, no me hagan daño también ustedes.
La maestra contuvo las lágrimas y algunos me entendieron, pero de todos modos se burlaron.
Cuando me dieron la nota de la clase de español y vi que había suspendido, tenía miedo de ir a casa… Iba a decepcionar a mi mamá.
Pero no tenía a ningún lugar a donde ir, así que terminé yendo a casa. Mi mamá se enteró y comenzó de nuevo todo…
Me agarró por el dedo enfermo y me tiró al suelo, me golpeé la pierna con un taburete. Entonces me golpeó dos veces en la cabeza y no pude evitarlo.
Tras de la paliza, terminé tumbado en el suelo sin poder levantarme. No sentía ni la pierna ni el dedo.
Mi mamá se fue a alguna parte y me dejó ahí. Saqué una galletita de mi bolsa y comencé a masticar de manera muy cautelosa… Tenía miedo.
Ella se acercó y dijo:
– Te hemos criado y pareces no poder entender. ¡Ahora que venga tu padre verás! ¿No te sientes mal?
Sólo tuve tiempo de decir:
-Mamá, no es necesario, yo veré que hacer, y entonces llegó mi papá.
Al enterarse de que había suspendido una materia, me agarró del brazo y empezó a zarandearme. Luego me golpeó en la cara y los pies… Me caí y ya no recuerdo más.
Me desperté en el hospital, y vi que ya no tenía mi dedo… Miré por la ventana y me puse triste, me quedé llorando en silencio.
Llegó Año Nuevo y todos se dirigían con prisa a alguna parte… Veía cómo en el parque los papás jugaban con sus hijos… Cómo una mamá abraza a su hijo y lo besa. ¿Y saben por qué lloraba? Porque no conocía ni la sonrisa ni los besos de mi mamá… No sabía qué era abrazar a mi mamá y a mi papá.
Ellos sólo me pegaban y yo los quería.
Mi maestra a veces me invitaba a desayunar con ella, jugaba conmigo. Ella es mi amiga.
Pasó medio año. Empecé a estudiar mejor, pero mi mamá y mi papá no me amaban.
Una vez derramé sin querer el café y de nuevo me golpearon…
Entonces mi corazón se enfermó y le dije a mi mamá:
– Mamá, mamá, me duele el corazón.
Ella no prestó atención…
De nuevo estaba en el hospital y mis papás no iban a verme… Me decían que irían, pero nunca iban, y yo esperaba y esperaba…
Los amaba tanto… ¡Amaba a todos!
El niño Juan murió dos días después de otro dolor en el corazón… Cuando fue encontrado muerto, en su mano tenía un dibujo con una nota que no terminó de escribir:
El contenido era el siguiente: “Mamá y papá, perdónenme por ser tan feo, tonto y cojo. Perdónenme que no me amaron… Perdónenme. No quería molestarlos, sólo quería una cosa… Abrazarte mamá… Besarte y decirte que te quiero.
Papá… Yo quería jugar contigo y salir a pasear… Cantar y explorar… Yo sé que la culpa…
Yo los amaba…”
Ya no había continuación, el corazón del niño se detuvo…
¡Con lágrimas en mis ojos solo pido a Dios que padres así desaparezcan del universo! En los pequeños y grandes corazones de los niños hay tanto amor, que bastaría para todo el mundo…
Así era Juanito… Un niño que amaba a todo el mundo y a sus padres…
¡Debemos tratar de concienciar a todos esos padres que se exceden con sus pequeños! Recuerden que sus hijos sufren con el mínimo desprecio.
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